Qué necesitan los afectados por la DANA, meses después
Han pasado ya varios meses desde que la DANA arrasó varias zonas del sur de Valencia. El agua se fue, pero dejó huellas profundas. Casas dañadas, negocios paralizados, y sobre todo, personas emocionalmente tocadas que, a día de hoy, siguen necesitando algo más que soluciones materiales.
Lo que nadie ve, pero pesa más
Durante los primeros días, la solidaridad fue emocionante. Equipos de voluntarios, asociaciones, vecinos y administraciones trabajando sin descanso para limpiar, repartir comida o ayudar con gestiones. Pero cuando las cámaras se apagan y la urgencia se disuelve, ¿qué queda?
Queda la tristeza, el cansancio, la incertidumbre, y en muchos casos, la sensación de haber sido olvidados.
Y es ahí donde empieza lo más importante: la recuperación de la dignidad.
Porque más allá de reconstruir casas, lo urgente es ayudar a las personas a reconstruirse por dentro. A sentirse válidas, acompañadas, útiles. A volver a mirar su vida con esperanza.
Escuchar: un acto poderoso
En la entrevista que le hice a Ana Sena —coach, comunicadora y voluntaria— hablamos de algo esencial que a menudo olvidamos: el poder de la escucha.
No esa escucha rápida y automática con la que respondemos mientras miramos el móvil, sino una escucha real, presente, de corazón a corazón.
Esa que no juzga, no interrumpe y no quiere dar soluciones rápidas.
Esa escucha que, cuando alguien ha perdido tanto, puede ser el primer paso para empezar a sanar.
¿Cómo podemos ayudar de verdad?
No hace falta tener formación en coaching para acompañar con calidad humana. Lo que hace falta es disposición, empatía y saber estar.
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Estar de verdad. Deja el teléfono. Mira a los ojos. Muestra con tu presencia que estás ahí.
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Escuchar sin prisa ni interrupciones. Deja que la otra persona se exprese sin filtros.
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Preguntar con cariño: “¿Cómo estás hoy?”, “¿Qué es lo que más te está costando?”, “¿Qué necesitas ahora mismo?”
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No dar consejos si no te los piden. A veces lo mejor que puedes hacer es simplemente estar al lado.
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Respetar su ritmo. Cada persona necesita su propio tiempo para procesar lo vivido.
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Recordarles su valor. Que no han perdido su dignidad. Que lo que sienten importa. Que siguen siendo fuertes, incluso cuando se sienten rotos.
Cuando una persona se siente escuchada, empieza a reconstruirse
Porque escuchar es validar.
Es sostener.
Es decir sin palabras: “Lo que te pasa me importa”.
Y eso, en momentos de crisis, puede ser más poderoso que cualquier solución técnica.
Sigamos acompañando
La DANA ya no es noticia. Pero las personas afectadas siguen aquí, intentando rehacer sus vidas. No necesitan héroes. Necesitan compañía, respeto y oportunidades para volver a sentir que su vida tiene sentido.
Si quieres entender mejor cómo acompañar desde este lugar humano y presente, te invito a ver la entrevista completa con Ana Sena. Un testimonio lleno de sensibilidad, experiencia y herramientas que todos podemos aplicar:
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