Transmitir el conocimiento de generación en generación para que todo lo aprendido pueda ser aprovechado en el futuro, ha sido una de las preocupaciones de la humanidad desde el principio de los tiempos.
Ya fuera con tablillas grabadas, discursos en el Ágora, cátedras ante estudiantes de Medicina o con material impreso, los expertos se han asegurado de que todo su acervo de conocimiento pudiera ser estudiado y posteriormente compartido para beneficio de la sociedad en su conjunto.
Con la irrupción de la tecnología, sobre todo al momento de la popularización de Internet como vehículo de comunicación a distancia, la enseñanza de conocimientos y la formación de nuevos expertos tomó una nueva dimensión.
Esto hizo posible, por primera vez, poner en contacto a profesores y alumnos sin limitaciones geográficas, echando mano de vídeos y la posibilidad de compartir materiales de apoyo por vía digital.
Fue el reinado absoluto de dos herramientas poderosísimas, PowerPoint y Youtube. No se podía hacer una presentación o una formación sin mostrar diapositivas con textos coloridos de gran tamaño y gráficos diversos, y de mostrar vídeos explicativos sobre conceptos, habilidades y consejos varios.
Pero lo cierto es que no dejaban de ser complementarios a la formación presencial, porque muy pocos se planteaban depender al 100 por 100 de este método para transmitir sus conocimientos.
Y llegó la pandemia…
De un día para otro –literal–, nos vimos en casa sin otra posibilidad para relacionarnos con el mundo que a través del ordenador.
Y por supuesto, había que seguirnos formando. No nos podíamos quedar atrás mientras lográbamos superar lo más duro del confinamiento.
Contando con la tecnología suficiente para hacer videoconferencias y compartir pantalla de forma fluida, asociaciones, colegios, escuelas y agrupaciones de todo tipo ofrecieron a sus miembros webinars, conferencias y talleres con los temas más variopintos.
Y nos volcamos en ellos como lo hicimos también para acumular papel higiénico o para hornear pan casero, de forma exhaustiva y constante.
Las primeras semanas parecía que el sistema podía funcionar porque estábamos todos ávidos de noticias y de contacto, por lo que seguramente teníamos entusiasmo para apuntarnos a toda la formación online disponible.
Pero al pasar un mes, los profesionales de todos los sectores empezaban a sentirse saturados, por el cansancio que genera estar delante de una pantalla tantas horas, y porque todos los webinars empezaban a ser prácticamente iguales:
Un instructor hablándole a recuadros negros que no interactuaban –los alumnos, en general, preferían no activar la cámara– y compartiendo pantalla con…un PowerPoint.
La tecnología tiene su propio lenguaje
Lo que sucedía, de alguna forma era parecido a algunos intentos fracasados de llevar al cine algunos libros famosos porque sencillamente, no puedes pretender adaptar los contenidos de forma literal y esperar a que funcionen en un medio que utiliza un lenguaje diferente.
6 puntos a tener en cuenta para diseñar una formación digital diferenciadora
- Conoce a tu público objetivo. A diferencia de las formaciones presenciales en donde la demografía del público suele estar más homogeneizada, las formaciones online atraen a una audiencia más diversa, por lo que al prepararlas debes tener en cuenta estas diferencias para adaptar tu mensaje y ser capaz de llegar a todos por igual –en un grupo de inmobiliarios, puede haber agentes que apenas comienzan, por lo que no está de más sentar las bases de lo que vas a comunicar de una forma que permita a los menos experimentados seguir el hilo de la formación.
- Determina los objetivos del aprendizaje. Antes de plantearte preparar una formación online, es imprescindible evaluar los objetivos de aprendizaje para identificar qué conocimientos, habilidades o competencias se deben adquirir durante la formación. De esta forma, se pueden elegir con más acierto las herramientas y recursos digitales adecuados para respaldar y alcanzar esos objetivos. La meta primordial debe ser que la formación impacte positivamente a los alumnos para que puedan utilizar los conocimientos aprendidos en su vida profesional.
- Diseña contenido interactivo. A menos que tengas dotes de monologuista, es improbable que tu audiencia te escuche con atención durante todo el tiempo que estés hablando por medio de videoconferencia. Muchos de los que te siguen se encuentran en sus casas o sus oficinas, rodeados de numerosos estímulos que pueden distraerlos.
Incentiva a tus alumnos para que participen, proporciona herramientas que puedan utilizar de forma remota para que puedan seguir tus explicaciones mientras practican sus habilidades online simultáneamente. No olvides que el conocimiento se fija con las emociones y tú tienes la llave para hacer de tu formación un curso para recordar.
- Fomenta la colaboración y el trabajo en equipo. Las formaciones online, además de la posibilidad de transmitir el conocimiento, son excelentes oportunidades para que gente de diversos ambientes se conozca y establezca sinergias beneficiosas para todas las partes. Invita a los participantes a interactuar entre sí y trabajar en proyectos conjuntos para que puedan discutir ideas y compartir recursos. La creación de grupos de estudio virtuales, foros de discusión y espacios de trabajo compartidos, facilita la colaboración y el intercambio de conocimientos en el entorno digital.
- Proporciona apoyo técnico y orientación continua. Dado que tras una formación online el profesor «desaparece», es importante proporcionar vías online para seguir en contacto y poder resolver dudas, plantear dificultades o simplemente compartir la forma en que están implementando en su entorno profesional todo aquello que han aprendido.
- Evalúa y adapta continuamente. Imagina que te percatas de que una metodología no está funcionando porque los estudiantes no participan, o porque los proyectos que realizan no están a la altura de lo esperado, da igual: debes rectificar el camino con toda la agilidad de la que seas capaz y reconducir la marcha de tu curso, o quizás reformularlo para ocasiones posteriores. Pídele a tus alumnos que evalúen el curso en su conjunto –instructor, contenidos, metodología, recursos– por medio de una encuesta anónima, para que tengas una mejor idea de los aspectos a mejorar en el futuro.
Los beneficios de crear formaciones digitales diferenciadoras son amplios, y para ahondar más en el tema, entrevistamos a Lidia Viso, pedagoga y formadora internacional, especialista en educación, nuevas tecnologías y experiencias de aprendizaje.